Romper una relación sentimental nunca es fácil. Peor si hay una vivienda de por medio, la cosa se complica. Y mucho. Vender el piso es un imposible y con lo que han caído los precios nadie puede pensar en recuperar lo que invirtió. Algunas parejas optan por seguir en la misma casa y esperar tiempos mejores.
Otras se plantean que sea uno de los miembros el que se quede con la vivienda y la hipoteca. Es lo que se conoce como disolución del condominio y es lo que tratan de gestionar con Caja Madrid Antonio y Laura, tras disolver nueve años de convivencia. Una fórmula rápida y eficaz de solventar el problema, aunque no siempre posible. Es una operación de riesgo para bancos y cajas, reacias a conceder hipotecas.
Para extinguir el condominio uno tiene que comprar a otro su parte de la casa. Pongamos un ejemplo: una vivienda está tasada en 200.000 euros y hay una hipoteca pendiente de 160.000 euros. Un miembro de la pareja quiere quedarse con el piso y tiene que entregar al otro 20.000 euros (la diferencia entre el activo y el pasivo, a repartir entre dos) y después asumir el total de la hipoteca. Así, tiene que pedir a la entidad financiera una ampliación de 20.000 euros para pagar a su ex pareja.
Los acreedores hipotecarios ven con recelo este tipo de operaciones. Lo más difícil es convencer al banco para que otorgue nueva escritura de hipoteca a favor de quien se queda con el piso, ya que si el banco puede cobrar de dos nóminas, no va a quedarse con un deudor sin pedir garantías adicionales. Y si la entidad autoriza la salida de uno de los deudores va a pedir algo a cambio (avalistas, nueva hipoteca sobre otro inmueble...).
Las entidades no aceptan sacar a ningún deudor de la hipoteca. En este caso, se acude a una notaría y se hace una escritura de división de condominio, al margen del banco. Pero esta operación tiene riegos. No es conveniente salir del indiviso sin asegurarse de que el banco nos va a liberar de la carga hipotecaria.
De hacerlo así, en caso de que la ex pareja deje de pagar, el banco irá contra los dos, al margen de que en la escritura de la vivienda sólo figure uno. Además, para elñ que “queda liberado” será difícil conseguir en el futuro una hipoteca para comprar su propia vivienda.
Si no existe deuda la operación es más sencilla. Ante un notario se otorga escritura pública del cese de indiviso y se paga al que vende su parte en proporción a su participación. Si la casa vale 300.000 euros, uno de los miembros tiene que abonar 150.000 euros.
Sin embargo, es requisito imprescindible que los copropietarios se lleven bien. Si uno de los dos no acepta la venta de su parte (ni a un tercero), se tendrá que ir a subasta pública con el coste que supone y con el escaso precio que se suele sacar. Perderían dinero. Respecto a los gastos asociados, para una casa de 200.000 euros, el notario cuesta 1.500, Hacienda 2.000 y el Registro de la Propiedad unos 750 euros.
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