miércoles, 23 de marzo de 2011

Mejorar la eficiencia de la vivienda consigue un ahorro de 570 euros al año en luz y gas


Adiós al derroche sin escrúpulos de energía. En una década la forma de poner ladrillos en la Unión Europea habrá cambiado. Los edificios que se construyan o rehabiliten a partir del 31 de diciembre de 2020 deberán tener un consumo de energía casi nulo. Los edificios son responsables de más del 40% del consumo energético y por eso el Parlamento Europeo ha dado un paso definitivo con la refundición de la Directiva Europea de Eficiencia Energética.

Durante esta década crucial los países miembros deberán adaptar sus normativas. España tiene mucho que hacer. La directiva europea nos obliga a cambiar el stock de viviendas de forma gradual. Existen 25 millones de viviendas en España, de las que 12 millones tienen más de 30 años de antigüedad.
El primer cambio visible llega el año que viene. Los propietarios de viviendas existentes que se vendan o alquilen estarán obligados a entregar a sus compradores e inquilinos un certificado de eficiencia energética -como en los electrodomésticos-, un documento que pone nota a la vivienda, de la A a la G.

Las casas mejor aisladas, que tengan una iluminación eficiente, que usen sistemas de ahorro o incorporen energías renovables tendrán mejor salida en el mercado de la venta o el alquiler. Compradores e inquilinos van a recibir información sobre el impacto de la calefacción y refrigeración, las emisiones de dióxido de carbono, la eficiencia energética y consejos sobre cómo mejorarla. Estas certificaciones cuestan entre 30 y 50 euros en otros países europeos.

No es el único cambio en relación con el año que viene. Han pasado cinco años desde que en 2006 entró en vigor el documento de ahorro energético del Código Técnico de la Edificación (CTE). Desde el principio fue visto como una ley de mínimos, muy por detrás de otras normas europeas. En 2011 toca actualizarlo.
La nueva norma que regirá la forma y modo de construir en España será mucho más exigente, como exige la nueva directiva europea. El CTE ha conseguido ahorros de energía de entre el 25% y el 30% respecto a la norma del año ochenta; con la revisión se estima un ahorro de un 25% más. El Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, el CSIC y el Idae trabajan actualmente en esta primera revisión del CTE.

Para empezar, se prohibirá seguir construyendo como en la actualidad. Hasta ahora con el cumplimiento del código una vivienda media podía obtener una clasificación D o E. Con la nueva norma de 2011 deberán ser clase C como mínimo. Un salto que supone una reducción del 35% en energía y CO2. La asociación de promotores madrileños Asprima y la Universidad Politécnica de Madrid han calculado que una inversión de entre un 5% y un 8% adicional (40-51 euros por metro construido) permite obtener una calificación B desde la peor opción, la E. Supone más de 570 euros de ahorro en luz y gas por piso, hasta un 76% del consumo.
Ojo porque estos certificados valoran el edificio en su conjunto. El comprador tendrá que ser rápido a la hora de elegir piso, ya que una orientación oeste puede ser una ruina energética. Pero la realidad es que estas certificaciones -obligatorias para las viviendas de obra nueva desde 2007 y cuya aplicación depende de las autonomías- siguen siendo, tres años después, papel mojado.

Así, las promociones con clasificación A suelen pertenecer a la iniciativa pública. La Empresa Municipal de Vivienda y Suelo de Madrid se adelantó a la normativa y hace tres años entregó las llaves del edificio SunRise -rebaja el consumo de energía un 50%- y hace dos el de Vallecas 16, en el Ensanche de Vallecas.
No ocurre lo mismo con la certificación voluntaria Leed, promovida por el Consejo de Construcción Verde de España. Certifica que un edificio y su parcela son sostenibles. En España hay más de 50 edificios con este sello.

Más novedades. Sin perder de vista la solar, el nuevo CTE apostará por la geotermia y la biomasa. La geotermia conlleva ahorros de energía primaria de entre el 30% y el 70%.
Aumentarán también las exigencias de aislamiento térmico de la envolvente de los edificios, tanto en sus partes ciegas, fachadas y cubiertas, como en los huecos acristalados. El aislamiento ahorra hasta un 50% de la energía y emisiones de C02, se amortiza entre uno y tres años y permanece inalterable. También se abordarán los puentes térmicos, la ventilación y la permeabilidad. En general, se apostará por soluciones con la mejor relación coste-eficiencia y se dejarán de lado los sistemas costosos.

La siguiente revisión del CTE tendrá lugar en 2016. La última en 2020, un año decisivo para conseguir edificios con consumo de energía casi nulo. Los públicos deberán abrir el camino, cumpliendo los requisitos dos años antes (2018). La Unión Europea espera que en 2015 los países hayan alcanzado un objetivo que les sitúe, al menos, en la mitad del camino.

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